La tragedia que golpeó a Bahía Blanca, dejando al menos 16 muertos y pérdidas multimillonarias, fue anticipada años atrás en informes técnicos que alertaban sobre el riesgo de una inundación de tal magnitud.
En marzo de 2019, un informe de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), junto al proceso APELL, advirtió que, ante una lluvia extrema, el canal Maldonado podría desbordarse. Según el documento, 200 milímetros de lluvia en seis horas representarían un peligro, mientras que 300 milímetros provocarían una inundación catastrófica. A pesar de su presentación al Concejo Deliberante, el informe fue archivado y las obras recomendadas nunca se realizaron.
Las medidas clave que habrían evitado el desastre incluían obras en el arroyo Napostá y aumentar la capacidad del canal Maldonado. Sin embargo, ambos cursos de agua se desbordaron, demostrando que la infraestructura de la ciudad era insuficiente.
El arroyo Napostá, que atraviesa la ciudad, suele generar inundaciones en la zona norte. Entre las obras nunca ejecutadas, un dique en el puente Canessa podría haber regulado las crecidas y mitigado el impacto del temporal.
Desde 2011 y 2012, estudios del CONICET ya alertaban sobre el riesgo hídrico de Bahía Blanca, destacando que su ubicación y la falta de infraestructura agravaban el peligro de inundaciones.
A pesar de las múltiples advertencias, la falta de acción derivó en una catástrofe anunciada.
