A las 14:15 de Argentina (19:15 en el Vaticano), llegó el tan esperado anuncio del nuevo Papa, el cardenal estadounidense Robert Prevost, quien fue elegido como León XIV. El humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina puso fin a dos días de deliberaciones y abrió un nuevo capítulo para los 1400 millones de católicos en todo el mundo.
Cuando el nombre del nuevo pontífice fue anunciado, más de 45.000 personas reunidas frente a la basílica de San Pedro estallaron en aplausos, gritos y lágrimas, celebrando la elección con una emoción indescriptible. Fue un momento único, marcado por abrazos entre desconocidos y un sentimiento colectivo de alegría.
Tras el anuncio, el nuevo Papa ingresó a la Sala de las Lágrimas, donde se colocó la sotana y preparó su salida al balcón para la tradicional bendición urbi et orbi. En su primer discurso, León XIV pidió por la paz y lanzó un llamado a la unidad de todos los pueblos, reiterando que “el mal no prevalecerá”. También, hizo una referencia al Papa Francisco, quien falleció el 21 de abril, recordando su bendición y su valentía.
Lejos de los aplausos, León XIV enfrentará una Iglesia con desafíos históricos: escándalos de abusos, el rol de las mujeres, y tensiones internas por el legado de Francisco, además de un contexto global signado por conflictos bélicos y la emergencia climática.