El paso hacia Chile desde Mendoza se ha convertido en un desafío logístico, especialmente en los últimos meses. Mientras que en días normales, sin congestión, los mendocinos pueden llegar a Chile en aproximadamente 6 a 7 horas, actualmente el tiempo de viaje ha aumentado considerablemente. En momentos de mayor afluencia, la espera en la Aduana puede extenderse hasta 12 horas, lo que transforma lo que solía ser un viaje corto en una experiencia agotadora. Según informes de Gendarmería Nacional, más de 6.000 personas cruzan la frontera diariamente.
Este fenómeno ha sido impulsado principalmente por el fortalecimiento del peso argentino y el atractivo de los precios en Chile, especialmente en productos de tecnología, indumentaria y electrodomésticos, que resultan mucho más económicos en el país vecino. Además, la tradicional migración hacia las playas chilenas en verano contribuye a la saturación del Paso Internacional Cristo Redentor, que no está preparado para manejar el volumen actual de viajeros.
Las autoridades de ambos países han intentado mitigar la congestión, implementando medidas como la ampliación de los horarios de atención y la digitalización de trámites, pero los estrictos controles en Chile siguen siendo un cuello de botella. A pesar de los inconvenientes, muchos argentinos siguen cruzando por los significativos ahorros, con diferencias de hasta un 50% en tecnología y un 60% en ropa de marcas internacionales. A pesar de los costos y las largas horas de espera, el viaje sigue siendo una opción atractiva para quienes buscan aprovechar los precios más bajos en el extranjero.
