China ha encontrado un arma clave en la guerra comercial global: un ejército de robots industriales potenciados por inteligencia artificial (IA) que ha transformado por completo su sector manufacturero. Las fábricas chinas están experimentando una automatización masiva, con flotas de robots que no solo reducen costos sino que también mejoran la calidad del producto final.
Este avance tecnológico permite a China mantener precios competitivos en sus exportaciones, algo crucial frente a los aranceles impuestos por países como Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, así como por la Unión Europea, India, Brasil y otros mercados emergentes. Actualmente, China lidera en automatización industrial, solo detrás de Corea del Sur y Singapur, según la Federación Internacional de Robótica.
El proceso ha sido impulsado por políticas estatales como la estrategia “Hecho en China 2025”, que fomenta el desarrollo de sectores estratégicos como la robótica. Empresas como Zeekr y Yunmu Intelligent Manufacturing ya muestran ejemplos de fábricas casi autónomas donde robots realizan tareas de ensamblaje, soldadura y control de calidad.
A pesar de la eficiencia, la automatización genera incertidumbre laboral entre los trabajadores. En un contexto donde la población envejece y los jóvenes prefieren la educación universitaria, la robótica aparece como solución a la crisis demográfica, respaldada por préstamos estatales, fondos millonarios y el desarrollo de talento en ingeniería.
Así, China consolida su liderazgo industrial global gracias a la combinación de tecnología, inversión estatal y planificación estratégica a largo plazo.