Los préstamos hipotecarios UVA, que en sus primeros meses tuvieron una alta demanda debido a tasas atractivas, están comenzando a enfrentar ajustes. Luego de una política comercial agresiva, los bancos comenzaron a subir las tasas fijas de estos créditos, que pasaron de rondar el 5% a estar cerca del 7%, y en algunos casos, hasta el 9%. Esto responde principalmente a la falta de depósitos a largo plazo, lo que complica el financiamiento a bajo costo y genera un mayor riesgo para las entidades financieras.
A pesar de la baja generalizada de las tasas por parte del Banco Central y la desaceleración de la inflación, los bancos deben ajustarse a la realidad del mercado, ya que los depósitos que reciben son de corto plazo, lo que dificulta calzar los créditos hipotecarios que se otorgan a 20 o 30 años. Esta brecha genera una presión sobre los bancos para equilibrar los pasivos y activos, lo que explica el aumento en las tasas de los préstamos hipotecarios UVA.
Además, algunos bancos están considerando alternativas como la securitización, una práctica financiera que consiste en agrupar las hipotecas y venderlas en el mercado de capitales. Esto permite descargar el riesgo asociado a los créditos hipotecarios y atraer a nuevos inversores. Aunque la subida de tasas es una medida necesaria para mantener la sustentabilidad del sistema, los analistas reconocen que estas tasas siguen siendo bajas en comparación con otros mercados internacionales.
