Con la muerte del papa Francisco, se conocieron detalles íntimos de su testamento, en el que dejó indicaciones precisas sobre cómo desea ser despedido y enterrado. El pontífice solicitó reposar en la Basílica de Santa María la Mayor, un templo mariano al que acudía con frecuencia para orar antes y después de sus viajes apostólicos.
En el escrito, Francisco manifestó que su deseo es tener una sepultura humilde, sin adornos, y marcada únicamente con la palabra “Francisco”. Expresó que, al sentir que su ciclo terrenal se aproximaba a su fin, solo quería dejar constancia sobre el sitio en el que desea esperar la resurrección.
Indicó además que el féretro debe colocarse en el pasillo entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, dentro de la misma basílica. También precisó que los costos del entierro serán cubiertos con una donación que él mismo asignó previamente, y que el arzobispo Rolandas Makrickas será el responsable de ejecutarla.
En su último encuentro con la prensa, realizado tras visitar la cárcel de Regina en Roma durante el Jueves Santo, Francisco se mostró fiel a su estilo: “Me siento sentado”, dijo con humor ante preguntas sobre su salud. Sobre la Pascua, expresó: “Las vivo como puedo”, dejando un último mensaje lleno de sencillez y profundidad.