Esta semana, Donald Trump desató un verdadero tsunami económico con la imposición de aranceles a todos los países exportadores hacia los Estados Unidos. Esta decisión marcó el fin de la globalización tal como la conocemos, dejando a los países a negociar sus propios acuerdos comerciales y adaptarse a nuevas reglas. Este cambio es significativo no solo para empresas extranjeras, como las automotrices alemanas, sino también para empresas estadounidenses como Apple, que produce la mayor parte de sus celulares en China.
El presidente argentino, Javier Milei, aprovechó su presencia en Estados Unidos para subirse a la nueva ola proteccionista, demostrando agilidad política al anunciar que Argentina adaptará su legislación para cumplir con los nuevos requerimientos arancelarios de Trump. Mientras tanto, el canciller Gerardo Werthein trabaja en obtener arancel cero para 50 productos argentinos que se exportan a los EE.UU.
Sin embargo, las medidas de Trump no son un terreno claro para Milei. Aunque ambos son líderes de derecha radical, su visión económica es diferente. Trump es proteccionista, buscando fortalecer la industria estadounidense, mientras que Milei es aperturista y busca un libre mercado que favorezca las importaciones. Según Guillermo Michel, ex director de Aduanas, estas nuevas tarifas de 10% afectarán negativamente a la industria argentina, que perderá competitividad en un entorno ya complicado por el atraso cambiario y la caída de los precios de las materias primas.
Además, mientras Trump sigue ajustando su política exterior, el Gobierno argentino enfrenta otros desafíos internos, como la crisis política en la Corte Suprema y las fracturas dentro de los partidos en las elecciones porteñas. En este contexto, Milei sigue luchando para mantener su agenda económica y ajustar su postura frente a la nueva realidad global marcada por Trump.